On liberty - John Stuart Mill
El ensayo sobre la libertad del filósofo inglés es expresión diáfana de filosofía liberal. Introduce el tópico desde la formación de la relación entre gobernantes y gobernados con las libertades necesarias para establecer una sociedad libre. Pasando por la libertad de pensamiento y discurso. Prosigue con los límites de la sociedad para con el individuo. Termina con las aplicaciones de la libertad en asuntos como el comercio, el matrimonio, la educación.
La idea fundamental del ensayo sostiene que la libertad del individuo es total siempre y cuando se ocupe de sus intereses únicamente, cuando éstos trascienden los límites personales la sociedad tiene derecho a intervenir.
Mill sostiene que hay un límite a la legítima intervención del colectivo a la independencia del individuo. Para hallar ese límite y mantenerlo protegido de los ataques que inevitablemente sufrirá, es necesaria una buena condición de vida y protecciones contra el despotismo político. La consecuencia práctica surge en dónde establecer el límite y realizar los ajustes entre independencia individual y control social.
Mill reconoció que gobernar, necesariamente, conlleva control del dirigente hacia los súbditos. La escala de dicho control puede variar desde el tirano, Stalin por ejemplo, hasta los empleados de las empresas tecnológicas de la actualidad cuyos dirigentes poco control tienen sobre ellos.
El control social tiene por fuente además de la ley, la opinión. Las opiniones establecidas en la cultura y costumbres sirven para vigilar el comportamiento de los individuos de una sociedad. La potencia del control social por opinión reside en su transmisión de generación en generación vía acciones autónomas de quiénes educan a sus descendientes.
La aplicación práctica del concepto de libertad en una sociedad se dará en asuntos como la educación, las reglas de comercio o del matrimonio. Reconociendo que en ocasiones el Estado tendrá que intervenir. Sin embargo, ideal es que la intervención sea mínima: evitando ampliar la burocracia con sus poderes administrativos. Y cierra el ensayo con estas fenomenales palabras:
“Un gobierno no puede tener demasiado de la clase de actividad y poderes de los individuos, porque sustituye su propia actividad por la de ellos; cuando, en lugar de informar, aconsejar y, en ocasiones, denunciar, les hace trabajar encadenados, o les obliga a hacerse a un lado y hacer su trabajo en lugar de ellos. El valor de un Estado, a la larga, es el valor de los individuos que lo componen; y un Estado que pospone los intereses de su expansión y elevación mental, a un poco más de habilidad administrativa, o de esa apariencia que da la práctica, en los detalles de los negocios; un Estado que empequeñece a sus hombres, a fin de que sean instrumentos más dóciles en sus manos, incluso con fines benéficos, encontrará que con los hombres pequeños no se pueden realizar grandes cosas; y que la perfección de la maquinaria a la que lo ha sacrificado todo, al final no le servirá de nada, por falta de la fuerza vital que, para que la máquina funcione mejor, ha preferido desterrar.”